Las Constructoras: Las peras y las naranjas

Nos habían dicho que, como arquitectos, tendríamos en una mano la escuadra -o el cartabón- y en la otra -la zurda siempre en el caso de OyeMe– el lápiz. La verdad que no es del todo así. Y no porque sea el ratón y el teclado lo que utilizamos, no. La realidad es que tenemos en una la calculadora y, en la otra, la goma de borrar… incluso otra calculadora.

En estos tiempos, en que sólo falta que nos corten la luz del coche, se hace fundamental el control del presupuesto de cualquier desembolso que vayamos a hacer, por tanto, mucho más cuando hablamos de construir una vivienda que para una familia llega a convertirse en una de las mayores inversiones que hagan en su vida. A pesar de tratar del campo que más conocemos, lo que queremos puntualizar podría valer, a grandes rasgos, incluso para temas sin ninguna relación con la construcción.

Pondremos el ejemplo, como siempre, de una pareja que se quiere hacer su casa. Ya tienen el proyecto y van a elegir constructora. En ese momento, se sientan cual jurado de cualquier programa televisivo y analizan las diferentes propuestas que tienen sobre la mesa:
En primer lugar -en caso de que la haya (porque es lo menos común)- si un arquitecto recomienda únicamente una sola constructora, deberían rechazarla frontalmente. Si existen lazos entre las partes, es difícil que el arquitecto durante la obra pueda negociar (exigir) a la constructora al ser parte interesada. Este punto es completamente reversible: si, por lo que sea, se tiene constructora antes de empezar el proceso y ésta te «recomienda» sólo a un técnico… no suele funcionar bien porque nunca la exigencia será la misma. Recordad que contratáis al arquitecto para que «controle» la obra. Sí, puede que suene raro que este consejo venga de los propios arquitectos pero este blog no va destinado a ellos (nosotros) -de esos blogs hay muchos y muy buenos- sino a la gente que necesite su servicio, venimos a ayudar, no a medirnos tamaños fálicos arquitectónicos.
Segundo, si tenemos varias constructoras, es fundamental que todas te estén presupuestando lo mismo para comparar peras con peras. Lo de toda la vida. Que, qué estamos diciendo?. Muy sencillo:
La importancia del proyecto, «el ejemplo del suelo»: Imaginad que cuando se redacta el proyecto no se define claramente el suelo que finalmente se colocará en la vivienda y se indica uno X, porque alguno tiene que ir. La constructora A presupuesta el material X en 10 (por asignarle un valor) y la colocación del mismo en 4, el precio final del suelo saldría por 14, material + colocación. Sin embargo, la constructora B el material lo valora en 3 y la colocación en 8, total 11. Las dos constructoras han valorado el mismo material con dos precios diferentes y también diferentes los precios de la colocación. El suelo en la vivienda estaría igual de bien puesto con cualquiera de las dos.
Miráis esos presupuestos -sin el respaldo de un técnico que sepa profundizar- os guiáis por el número del precio final… y decís; «nos quedamos con el B, es más barato!». Muy bien, 11. Es más barato.
Llega la obra. Decidís finalmente el suelo a colocar, ya no es X, es otro, el que os gusta vale 12 (el bonito siempre es el caro, eso es así), como habéis elegido a la constructora B, el precio de colocación que tenía en presupuesto es 8 y el material, como lo habéis cambiado con respecto al proyecto, ahora es 12 (en lugar de 3 que venía en el presupuesto) total 20. Con la constructora A, que valoró la colocación en 4, os saldría por; 12 + 4= 16. Más barato. ¿Por qué ocurrió esto? Peras con naranjas.
Es un proceso complejo, en el que nuestros oyedores van respaldados constantemente con nuestro asesoramiento, pero nuestra honestidad arquitectónica nos empuja a compartir nuestra humilde opinión. Quitaros las manos de la cabeza y pongamos los pies en el suelo. Esto ocurre constantemente y tenemos la obligación de mejorar esto. Y Entre todos vamos a conseguirlo.
Posted on: 3 abril, 2013, by : oyemeblog